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el diván del copy

La Publicidad se sufre, se llora, se grita… ¡PERO CÓMO SE LE AMA!

Month

August 2011

El Diván del Copy VS la reversa

Sí.

No entiendo aún la razón, pero estoy corriendo en reversa en Redes Sociales.

 

En fin.

Este post es sólo para decirles que ya estoy (a medias, pero estoy) en Facebook. Búsquenme como “El Diván del Copy”… y digo búsquenme, porque es el momento en que Facebook no me envía el mensaje SMS para tener la dirección como debe de ser.

Y para comunicación emergente, también estoy en MSN.
eldivandelcopy@hotmail.com

Si hay tiempo libre, ahí me agregan.

Si hay tiempo libre, ahí me encuentran.

Los caprichitos de Cliente VS Charlie el Papá oso

Si eres trainee, seguro no tienes idea de lo que estoy hablando.

Si ya tienes tus añitos, pero tampoco tienes idea de lo que estoy hablando, seguro es porque nunca viste “El Pájaro Loco”. Yo, sin embargo, era fan del Pájaro Loco cuando estaba chavito.

Dentro del show, había una caricatura que me resultaba, en aquel entonces, bastante “insightful”. Se trataba de un oso llamado Charlie que, como mi papá, se las daba de experto para hacer todo tipo de reparación.

En ambos casos, los papás no sabían que estaban haciendo; en ambos casos, el resultado era fatal… por pinches necios.

Mi papá lo hacía por impresionarnos. La motivación de Charlie, en contraste, era ahorrarse tantos dólares como se pudiera.

Y sí: tiro por viaje en que Charlie quería ahorrarse unos centavos, terminaba gastando muchísimo dinero más al intentar reparar todo aquello en lo que la había cagado en grande. La mamá Oso, a lo largo del episodio, le ponía sus buenas madrizas a bofetones,  puñetazos, periodicazos, sartenazos y tubazos… por pinche necio.

¿Qué pasa en el mundo de las agencias?

La discución en el speaker del teléfono de la sala de juntas ha sido larga y acalorada. De un lado de la línea, el Cliente que quiere lanzar un “microsite increíble para hablar del cambio de imagen del producto que quedó PA-DRÍ-SI-MO”; del otro, Cuentas y Creativo que intercambian miradas, tratando de ponerse de acuerdo.

    • Cliente está muy molesto.
    • Creativo está muy molesto.
    • Cuentas se está cagando del miedo e improvisa pretextos que expliquen que Creativo no quiera presentar.
    • Creativo explica que no es que “no se quiera presentar”: no se DEBE, por la situación actual de la marca y porque, básicamente, el cambio de imagen de su producto, a la gente, le vale madres.
    • Cuentas se hace bolas tratando de disculpa a Creativo. Argumenta que todo es una confusión.
    • Cliente se enoja aún más por ello. Cliente cuelga el teléfono.
    • Pasan dos semanas.
    • Cliente lanzó el microsite que le hizo una “Nueva Agencia Digital*” (eufemismo para tres cabrones que cobraron las perlas por reciclar un flash de otro cliente viejo, cambiando sólo el logo y la rolita de fondo.)
    • Pasan tres meses.
    • El site del cliente ha tenido 12 visitas… 9 de ellas son de Cliente, para ver si está funcionando bien el contador del site.
    • Cliente JAMÁS llama a la Agencia para disculparse y aceptar que gastó muchísimo dinero… por pinche necio.

MORALEJA: Si tu Agencia dice que NO a algo, es por algo*.

*Eufemismo para “no es por pinches necios”.

Blackberry VS iPhone

Hoy me quedó clara una diferencia sustancial entre los que estamos de un lado y del otro de la trinchera.

Si éste no es el primer post del Diván que lees, seguramente ya sabrás sobre el odio encarnizado que siento hacia el efecto producido por esos aparatos llamados Blackberry®; y que quede claro: todo cool con el device; es el usuario el que me molesta. El ruidito que produce la bolita, el rechinido de la yema del dedo contra el cuadrito que reemplazó a la bolita, la letrita cursiva espantosa, los bizcos que hacen sus usuarios al leer un mail. En verdad, tener una BB (“be-be”, ¿es en serio?) cerca, me enerva.

Por otro lado, está el iPhone. Complejamente sencillo, sin más allá de 4 botones, un teclado que imposibilita una rápida escritura pero con millones de cosas para hacerla divertida. El iPhone, sin embargo, también absorbe la atención del que lo tiene en sus manos; no por los mismos métodos que la Blackberry, pero lo hace.

Pero volvamos a la trinchera.

Sala de junta en un edificio corporativo. 11:05am. Lunes. Primer día de agosto.

De un lado de la mesa, está nuestro querido Cliente, con su traje Hugo Boss, sus mancuernillas MontBlanc que hacen juego con la pluma que ya no usa porque la reemplaza su imponente y muy tecnológica Blackberry, con la que manda y recibe mails, con lo que, todopoderoso, ve videos en una pantalla pequeña o lee los guiones que le mandamos, en tipografía de 4 puntos.

Del otro lado, Creativo y su iPhone, quizá más caro que la BB del cliente, pero con ropa más vieja y tennis infinitamente más sucios, que no por eso más baratos. Nosotros, lo estaremos usando para twitter, para tomarle foto a la mancuernilla del cliente para subirla al Facebook pero metiéndole un filtrito cotorro del Instagram o el Hipstamatic; estaremos mandándole la foto vía Whatsapp a nuestra dupla o, como el cliente, leyendo mails… pero  no de la agencia, sino de nuestro gmail.

La diferencia entre unos y otros -aparato+usuario-, no radica en la productividad, sino en cómo se hace la relación entre objeto y persona.

Para el cliente, la BB es una extensión de su seria oficina, con sus serios pendientes y su importantísima y apretada agenda.

Para nosotros, es un juguete más con el que podemos divertirnos, expresarnos, distraernos; tal cual como lo hacemos con nuestro cuaderno de trabajo. Es una extensión de las cosas que nos interesan, nos estimulan y nos inspiran.

Si le preguntamos a cada uno, cada quien defenderá a su gadget… Tal y como lo harán 65 minutos después, con sus respectivos puntos de vista.

Para el cliente, sus argumentos son una extensión de su serio puesto, con sus serias obligaciones y sus importantísimos y dictatoriales jefes, que le exigen resultados de venta cada trimestre.

Para nosotros, nuestros argumentos son en defensa de lo que creemos divertirá a la gente, lo que expresará su sentir, lo que los distraerá de la vida diaria; tal cual los defendemos a ellos cuando todos insisten en la poca inteligencia del consumidor. Nuestros argumentos, son una extensión de esa sensación de protección hacia lo que nos interesa, nos estimula y nos inspira: ¡TU MARCA, CLIENTE!

¿Y sabes qué es lo más curioso? No deberíamos estar en diferentes lados de la trinchera. Cuando clientes y agencia se dan cuenta que trabajan para conseguir el mismo fin, es cuando las marcas se hacen ENORMES y la publicidad se llena de ALMA.

Antes de eso, es una guerra de vendedores tan tonta como tonta es la diferencia entre Blackberries y iPhones… que, para el caso, terminan siendo pinches teléfonos y nada más.

¿Conclusión? Al empezar la junta, todo mundo apaga sus chingaderas… Sean lo que sean.

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