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Miguel Ángel “Mike” Ruiz, Rafa Martínez, Javier Macías y Gonzalo Martínez dejan Ogilvy México… y al enterarse, Radio Pasillo explotó.

De inmediato, mucha banda en las agencias comenzó a escribirles para desearles suerte (y “ponerse a sus órdenes”, claro está); muchos otros comenzaron a mandar sus CVs a Ogilvy para ver si agarraban hueso (aún no se van, pero hay quienes ya están zopiloteando); algunos, en casas productoras, invitan a comer.

  • “Van a poner su Anónimo”
  • “Es como cuando se fue Montalvo”
  • “No, es como lo de Colín”
  • “No, los corrieron”

Puro pinche chisme. Sí. De ése que a todos nos encanta. (No es secreto que soy un chismoso de primera, pero sé dónde buscar mis fuentes)

Entre esos argüendes y argüenderos, se me ocurrió la puntada de leer los comentarios a la nota de Merca2.0 sobre la salida de los cuatro y me encontré con esto.

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El tema de la lealtad. El mismo que escuchamos muchos ya varias veces antes cuando surgió Anónimo, cuando D’Arcy y Olabuenaga; cuando Techera se fue a Marcel, cuando abrió La Doble Vida y cuando tantas otras anécdotas más ocurrieron; todas ellas, repletas de leyendas urbanas, teorías de la conspiración y especulaciones sobre el futuro del medio.

Hablemos con la verdad. Hablemos al chile, como decimos en México (Algunos mexicanos que no somos de alcurnia, eh. Los niños bonitos no dicen esas cosas.)

NOS CAGA SABER QUE LE VA BIEN A LOS DEMÁS.

Así tengan 3 semanas o 3 décadas en publicidad, si me dicen que su meta no es poner su propia agencia, no se las voy a creer.

Si me dicen que su sueño es ser siempre empleado, no se las voy a creer.

Si me dicen que su meta es llegar a un punto alto y quedarse ahí por siempre, aunque podrían llegar más alto aún… eh… quizá sí se los crea, pero me dará la mayor de las tristezas.

Estamos en esta vida para hacer mejores cosas de una mejor manera cada vez. Estamos en este mundo para estar insatisfechos. Estamos aquí para superarnos a nosotros mismos.

No es un tema de lealtad o deslealtad. Finalmente, y en este caso particular, son gente que ha dejado AÑOS DE SU VIDA en una agencia, que les han dado tanto como han recibido. Creo que es justo que, lo que aprendieron en Ogilvy, sea llevado a la práctica en un plano más personal.

Y vuelvo a un punto que ya he repetido varias veces: la agencia no le hace el favor al empleado ni el empleado le hace un favor a la agencia. En el mejor de los escenarios, los unos y los otros se están haciendo favores de manera constante y en ambas direcciones: ambos aprenden y enseñan.

Que si se van las cuentas con ellos o se quedan, MIS NIÑOS, eso es la forma y no el fondo del problema. Como dije en uno de los últimos posts, si las agencias nos empeñáramos en recobrar la confianza y las relaciones sólidas con nuestros clientes, no existiría ese miedo; si no hubiéramos cedido todos a las mieles del pitch, nadie se preocuparía. Si las cuentas se van con ellos, MERECIDÍSIMO: se han partido la madre por cuidarlas durante años.

Los empleados de las agencias nos partimos la madre por cuidar la relación con nuestros clientes, por cuidar nuestras marcas, por protegerlas y hacerlas crecer; nos desvelamos por darles premios que puedan colgar y presumir en las repisas; nos vemos feo con otras agencias por tatuarnos la camiseta.

Las agencias -algunas- sólo dicen “hay recorte”. Con la mano en la cintura. Sin miramientos. Sin lógica. Corriendo gente que gana dos pesos para, dos días después, anunciar con bombo y platillo la contratación multimillonaria de un talento súper prometedor… que en un año y medio los dejará para poner, también, su propia agencia o consultora.

No tratemos todos los casos igual. Tal y como hacemos con los briefs. No todas las circunstancias son las mismas.

Hay gente leal y desleal. Hay agencias culerísimas con su gente y otras que los tratan como príncipes. Hay quienes cobran millones y a quienes les pagan cacahuates.

Hay casos donde tirar mala leche es obligación. Éste no lo es.

Muchísima suerte en su nuevo proyecto, Mike, Gonzalo, Rafa y Javier.

Como Don Gibert, como Ana María, como los Anónimos, como Molina y Yuri, como Beker, como Yosu… sean inspiración, envidia, meta, modelo a seguir, sueño, chisme.

Sean eso que todos los que los conocemos, queremos que sean.

Porque si me dicen que hicieron todo este desmadrito en el medio para no hacer algo TREMENDAMENTE CHINGÓN, no se las voy a creer.