Es difícil decir adiós. De hecho, creo que no hay cosa más complicada en la vida que despedirse, despedir o ser despedido.
Hoy, con este post, quiero despedir al 2014… el que podría pasar dentro de mi historia personal, como “el peor año de mi vida”.
Este 2014 fui bastante flojo en cuestión blogging y, por eso, quizá no lo notaste. Mientras el blog de ofertas de trabajo casi no falló cada martes de chamba, éste, el blog que lo inició todo, permaneció callado salvo el post ególatra que celebraba los 10,000 followers en twitter. Fuera de eso, intenté mantener la buena cara todo el año en facebook y twitter.
Si bien la razón de este espacio era ofrecerte un lugar de catarsis (profesional y personal), sabemos en el fondo que es, primordialmente y como todo lo que uno escribe, una catarsis propia.
Así pues, hoy llegamos al 30 de diciembre del 2014 y me doy cuenta que no hay vuelta atrás: lo que se escribió, se escribió; lo que se quedó en silencio, ahí quedó. Podría quedármelo dentro, pero creo que es muy justo que comparta contigo que has estado ahí, de forma anónima, de forma presencial, apoyándome, leyéndome, bromeando, interactuando, conmigo.
Y sí: el 2014 está marcado ya en mi biografía como un año muy duro. Quizá por eso, me costará más trabajo que nunca decir adiós.
Decirle adiós a una muy mala decisión profesional. Contrario a lo que pensamos el buen Rousseau y yo, la gente no es buena por naturaleza. Lo sé. Insisto en confiar ciegamente e insistiré en ello hasta que me muera… pero hay gente demasiado culera en el mundo. Hay que tener cuidado con ellos y decirles adiós con un portazo en el momento correcto.
Decirle adiós a uno de mis mejores amigos. A meses de su partida, no he podido llorarlo como se merece. Simplemente, no lo he logrado y, siendo francos, creo que nunca llegará el punto en el que sentiré que “lo he llorado lo suficiente” porque, siendo aún más francos, no quiero decirle adiós. En mi mente y corazón, siempre estará aquí abajo.
Decirle adiós a uno de los mejores capítulos de mi vida. Este año aprendí que no hay nada más complicado, más imposible de hacer, que cerrar una gran historia. Ese vacío que queda cuando terminas un libro que te encantó, multiplícalo por millones al preguntarte “¿Y ahora? ¿En serio terminó? ¿Qué va a pasar ahora?” y entender que, al final, eso no es el final. Así se sintió, se siente y se sentirá. Simplemente, cambiamos. “Simplemente” y no tan “simplemente”. Le dijimos “adiós” a ese capítulo, pero los protagonistas siempre estarán. Como sea, dolió como el carajo.
Decirle adiós a la soberbia. A veces, nos cegamos. A veces, nos creemos invencibles. A veces, creemos que todo lo podemos, sin tener que pedir ayudar. A lo largo de este año, me di cuenta de cuánto abuso del uso de la frase “a veces”, pues son más bien pocas o nulas, esas ocasiones. Le digo adiós a ese güey, detrás del Diván, que pensó que podía solo con todo… cuando, en realidad, es con los amigos, con la familia, con la gente que te quiere y se preocupa por ti, como sales adelante. Son demasiados años a tu lado, pero tengo que dejarte ir… tremendo mamón.
Decirle adiós a la incertidumbre. Necesité tocar fondo en múltiples aspectos de mi vida, para entender qué es eso que me aterra más que los payasos o las alturas: no saber qué hacer. Acostumbrado a tener todas las respuestas, quedarme mudo este año fue una experiencia igualmente horrible, que estresante. Casi terminaba el año y yo, el güey detrás del Diván, seguía con la misma duda irritante y molesta de no saber el curso de las cosas.
Este año, ha sido muy difícil ser el Diván. Te lo confieso.Por un lado, el proyecto me trajo cosas muy malas durante el 2014 que, en ciertos momentos, me tentaron a cerrarlo definitivamente. Por otro lado, mantener esas frases motivacionales de los lunes de #BuenaSemanaBuenasIdeas mientras sientes que el mundo se te viene encima, no ha sido sencillo en absoluto. Sí: fue difícil, pero aquí seguimos.
Hay años, personas, sucesos, dolores, heridas, ausencias, presencias, partidas, llegadas, rupturas, uniones, que nos marcan. Este 2014, que casi desde el inicio pintó para ser el peor año de mi vida, está ya terminando. Con aprendizajes carísimos, con cicatrices, con huecos sin llenar, pero ya… ya se terminó.
#ALaChingada2014